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Editorial

Alta Gracia: con ojos del afuera

Alta Gracia se ubica a sólo algunos kilómetros de la gran ciudad, 40 km para ser más exactos. Esa mínima distancia sirve para diferenciar rotundamente no sólo el paisaje, las estructuras, la gente sino también, sus ritmos de vida.

La primera vez que llegué me sorprendió su centro y su rara mezcla entre lo citadino y lo campestre. En plena zona de comercios y bancos, se esgrimia el tan famoso Tajamar, una imponente iglesia y un reloj público que invitaba a fotografía ese panorama. Creo que cada turista que se acerca a esta ciudad toma como referencia esta misma foto. Pero poco a poco, fui conociendo que no sólo se trataba de un maravilloso paisaje diario digno de fotos diarias, sino que existían otras cosas un poco más “escondidas” para aquellos que recién pisan el suelo altagraciense.

Conocí una feria de un jueves a la mañana, que se alza al lado del edificio municipal, dónde se pueden encontrar todo tipo de productos caseros y ecológicos. En ese mismo playón, cómo quien no quiere la cosa, un grupo de pibes de no más de 20 años se juntan a rapear, charlan, se acompañan, y entre todos construyen una alterna cultura juvenil. Un poco más allá y en fin de semana, una feria de productos invita a cruzar esos gacebos mínimo dos veces, queriéndote comprar todos los stands armados.
De vez en cuando, la explanada de la Iglesia se viste de salón y recibe diferentes shows artísticos para que todos los que quieran llegar puedan disfrutarlo gratuitamente.

Saliendo de la urbe, el paisaje serrano te inunda, te abraza, te invita a quedarte.
Alta Gracia, tan cercana y tan distinta a la ciudad…
Alta Gracia, tan serrana, tranquila, con su siestas irremplazables y sus particulares horarios…
Alta Gracia, festejando sus 431 años en una de sus edificaciones más imponentes, el Cine Teatro Monumental Sierras.

Alta Gracia, ¡Feliz cumpleaños! Gracias por invitar a quedarse a todo aquel que te conoce.

nakasone