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Cigarros novelados

Por Luis Eliseo Altamira

 

Las lecturas de obras literarias a los obreros de las fábricas de habanos constituyen una tradición en Cuba, que se remonta a 1865. Fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Nación por el gobierno de la isla, quien se halla a la espera de que la UNESCO le otorgue el carácter de Patrimonio Oral Inmaterial de la Humanidad.

El habano cubano, enraizado en la cultura guajira, presente en las casas, en las calles y los bares del Largo Lagarto Verde, está considerado el mejor del mundo. Andando por los caminos de Pinar del Río, la provincia tabacalera por excelencia de la isla, se pueden ver a los bueyes arando los campos, a los campesinos cosechando las amplias hojas de tabaco y a los secaderos con sus techos de dos aguas, donde las hojas permanecen por tres meses, antes de pasar a estacionarse en un pilón.

Distintos son los pasos que sigue la hoja de tabaco hasta convertirse en cigarro. En todos, el toque artesanal está presente.

Diversas cooperativas y particulares se ocupan de cultivar el tabaco que luego venden al Estado a un precio fijo. Desde la mera siembra a la posibilidad de encender un habano intermedian 140 procesos, aproximadamente, sin intervención de máquina alguna. En las fábricas de habanos (que suelen producir diversas marcas (es el caso de Partagás, que confecciona el Bolívar, el Ramón Allones, La Gloria Cubana y los Cohiba Robustos), los trabajadores se ocupan de clasificar los tipos de hojas y de enrollarlas mediante métodos artesanales. Los torcedores (llamados así porque tuercen las hojas de tabaco) se sientan ante una larga mesa de madera, sin otro elemento para su tarea que un cuchillito oval. Mientras trabajan, escuchan al llamado lector de tabaquería, quien, sentado en una silla apoyada sobre una tarima, les lee diarios y literatura de todo tipo.

El lector de tabaquería. Una tradición desde mediados del siglo XIX.

Esta actividad se remonta al año 1865, cuando un tal Saturnino Martínez, fabricante de cigarros y poeta, propuso se leyera a los torcedores de la fábrica El Fígaro un periódico (La Aurora, especialmente escrito para los trabajadores tabaqueros), como una manera de atenuar la monotonía de su tarea metódica. La costumbre de leer en las fábricas de habanos no tardaría en extenderse por toda Cuba.

Grises Valdés, una lectora que trabajó 21 años en la fábrica H. Upmann, dice que en las lecturas “se tocan todos los temas; se lee la prensa, se leen obras literarias, se conoce de leyes, de astronomía, de medicina… Cuando el lector se ausenta, a los obreros les cuesta mucho trabajo concentrarse en lo que están haciendo”. El lector debe: tener voz clara, correcta pronunciación y nivel cultural para poder interpretar correctamente los textos, despejar dudas y terciar en discusiones de tipo histórico, literario y científico.

El oficio del lector en las fábricas ha merecido artículos y libros a lo largo del tiempo.

Años atrás, los torcedores de la fábrica Partagás llevaban varios capítulos escuchados de Rojo y Negro, de Stendhal. Por entonces, Matilde, la hija del marqués de la Mole, estaba a punto de quedar embarazada de Julián Sorel (quien, de este modo, ascendería en la escala social). Varios empleados, impacientes a causa del ritmo lento de la lectura, terminaron comprando la novela para conocer el final.

De tanto escuchar las peripecias de Edmundo Dantés (el personaje principal El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas), surgió la marca de habanos más famosa del mundo: Montecristo (así como la muy codiciada Romeo y Julieta, inspirada en las lecturas de la obra de William Shakespeare).

El nombre de estos cigarros no fue elegido al azar. Tuvo que ver con la obra de Shakespeare, que fue leída para los artesanos tabaqueros.

Actualmente, en cada tabaquería existe una comisión de lectura que, entre otras atribuciones, se ocupa de proponer en las asambleas de trabajadores los títulos para su aprobación. Las lecturas en las mismas fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Nación por el gobierno cubano, quien se encuentra a la espera de que la UNESCO les otorgue el carácter de Patrimonio Oral Inmaterial de la Humanidad.

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