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Editorial

Consternados, rabiosos

Pido disculpas por titular esta editorial con una frase que no me pertenece (1), y que fue escrita en otro contexto, para otro acontecimiento y en otro tiempo. Pero suele suceder que los periodistas -por  más avezados que nos pensemos- a veces no encontramos la palabras justas para expresar lo que sentimos, y debemos recurrir, como en este caso, a escritores que alguna vez sintetizaron en un par de palabras el sentimiento inexpresado de unos cuantos.

Y así se siente la ciudad, luego del sábado por la tarde, consternada, rabiosa. Impotente ante un hecho horrible, ante una vida arrebatada. Silvia era mucho más que una odontóloga. Era la hija del Chipaca, era la nieta de Doña Tota. Era la piba de barrio que había sacrificado mucho para concretar su sueño de ser dentista, y que lo había logrado en base a voluntad, trabajo y humildad.

El asesino no nos robó una odontóloga, nos quitó tal vez el último rasgo de inocencia que nos quedaba como sociedad. Pensábamos que era imposible que algo así pasara, hasta que nos golpeó en la mandíbula hasta dejarnos tirados en el piso detrás de la puerta azul de aquel consultorio.

Por unos días, Alta Gracia se ha olvidado de grietas, diferencias y opiniones ferozmente encontradas. Desde el sábado, algo nos ha hecho pensar que hay cosas mucho más importantes que discutir en las redes sociales posiciones que no podemos modificar, mientras otros se llenan los bolsillos.

La Justicia trabaja. La policía trabaja. Los investigadores trabajan. La sociedad espera respuestas pronto. Silvia necesita justicia urgente.

(1) El título pertenece a un poema de Mario Benedetti

Juan Carlos Gamero

nakasone