Coronavirus y Covid-19, dos palabras que se volvieron tema de conversación entre los argentinos. Ahora a ellas se le suma, también relacionada con la pandemia, la frase: «aplanar la curva de contagio». ¿Qué es y por qué es tan importante?
Desde diciembre de 2019, momento en que se conocieron los primeros casos de este nuevo virus, la velocidad con la que se extendió esta enfermedad generó una fuerte alarma. Con lo cual pasó de ser considerada una emergencia solo para China a una pandemia que afecta a más de 150 naciones.
Primero se evaluó la tasa de mortalidad, pero luego fue la velocidad en el contagio la que alertó a los especialistas de todo el mundo. Que no solo se trasladó a más de un centenar de países, si no que infectó con suma rapidez y al mismo tiempo a gran cantidad de ciudadanos. A esto se refieren cuando hablan de «curva de contagio».
Para decirlo de manera sencilla, cuanto más «chata» es la curva es el tiempo que se extiende la presencia de la enfermedad en una población y menor la cantidad de infectados por día.
Y si de ejemplos se trata, Italia aún padece una «curva pronunciada». El 31 de enero se registraron solo 3 casos, pero al 9 de marzo esa cifra se disparó a 9 mil, haciendo prácticamente imposible que los especialistas de la salud puedan atenderlos a todos.
En Japón se registró una situación completamente inversa y con curva aplanada. Del 16 de enero, momento en que se notificó la presencia del primer caso, se pasó a unos 500 el 9 de marzo.
De esta manera, la enfermedad no desaparece, sino que su presencia y propagación se extiende en el tiempo, con una menor incidencia de pacientes en un mismo momento, y la curva de contagio se convierte en una suerte de meseta; y se evita que, en el peor de los escenarios, sean los especialistas los que deban elegir a quién atender y salvar.
