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Editorial

Deporte amateur: ¿es viable un retorno a la actividad sin púbico?

El dilema sobre el deporte amateur no solo pasa por saber cuándo volverá, sino cómo retornará.
Por Juan Carlos Gamero

La realidad del deporte en nuestro país es muy dispar. Lo era en tiempos «normales» y mucho más ahora, cuando la pandemia hizo mella en las instituciones que lo practican. En el caso de aquellas que tienen deporte amateur, más que en ningunas otras.

El modelo que inició Alemania, con el retorno de la Budesliga y que seguirá España desde junio próximo parece ser el más conveniente para instituciones que reciben fortunas de las cadenas de televisión y pueden darse el lujo de jugar con patéticos hinchas de cartón en sus gradas.

Para ellos, comenzar a mover la maquinita de generar dinero es necesario. Aún sin tener que pensar mucho en que haya o no fanáticos en las tribunas. Es más, cuanta menos gente haya en las canchas, más habrá frente a las pantallas del pague para ver y más sumará el porcentaje que se llevarán los clubes.

En Argentina se deslizó la posibilidad que el fútbol profesional pudiera volver. Pero mudando sus escenarios a aquellas provincias donde el maldito virus no ha atacado tan fuerte. Siempre hablando de puertas cerradas y tribunas vacías, claro.

La Federación Argentina de Box elaboró un protocolo que pareciera estar hecho más a la medida de un canal deportivo que de los intereses del boxeo propiamente dichos. Se habla solo de boxeo televisado y de festivales sin público.

Volviendo al plano deportivo internacional, la NBA por estas horas está asegurando su retorno. Luego, claro está, de firmar un acuerdo con The Walt Disney Company en el ESPN Wide World of Sports Complex de Disney en Florida, como un lugar único para un campus NBA con partidos, prácticas y alojamiento.  O sea, luego de un acuerdo que calza económicamente por todos lados.

¿Y el deporte amateur?

Si bien el abanico de situaciones es tan amplio como la cantidad de deportes que se practican, en el ámbito amateur la cosa no es tan sencilla. En este escalón del deporte no hay televisión que pague; ni tampoco estructuras que permitan una salida como la que se propone para la actividad profesional.

Pensemos en el fútbol de Liga Cordobesa, por ejemplo. Por elegir un deporte masivo, sin por ello desmerecer a los demás. Con costos que hoy por hoy superarían los quince mil pesos solo por abrir las puertas de la cancha para una jornada de fútbol, es impensado jugar sin el ingreso que representa el corte de entradas.

Jugar sin público en el ámbito del fútbol local sería condenar al déficit perpetuo e irrecuperable a los clubes. Clubes que pese al parate, siguen afrontando sus obligaciones (sueldos, impuestos, tasas, etc) sin que ingresen dineros ni por cuota social ni por cuota deportiva desde hace casi 3 meses.

No es tarea sencilla para las autoridades del deporte amateur pensar en el cúando volver a la actividad. Más dificultoso todavía es imaginar el cómo hacerlo. Buenas intenciones y grandes proyectos hay muchos y muy loables. El problema es que se chocan contra una realidad que los hace imposibles en su puesta en acción.

Mientras tanto, pareciera que -como casi siempre ocurre- se piensa solo en legislar y en decidir para los grandes. El hecho que vuelva el deporte profesional, subvencionado y «bancado» por grandes intereses representa, además, elevar el humor social. La gente está golpeada por la cuarentena sanitaria y por la debacle económica, y un poco de deporte no viene mal para paliar el momento.

El problema es que no se piensa en soluciones para aquellos clubes que cumplen un rol social que el Estado no cumple. Desde hace rato los dirigentes de clubes amateurs vienen siendo los funcionarios más baratos que tiene el Estado. Al frente de instituciones que trabajan en la contención de niños y jóvenes a través del deporte hacen lo que el poder público no puede.

Para ellos, ¿alguien pensará en una salida viable o habrá que conformarse con ver por televisión cómo los poderosos son cada vez más poderosos?

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