Cuando se va un buen tipo, siempre queda flotando en el aire una sensación de injusticia, de impotencia… Se fue Santi Ortiz. Una bella persona, un músico talentoso.
Un hombre comprometido. Algún buen tema estará sonando por estas horas en el cielo que, dicho sea de paso, está llorando por él…
Santiago a lo largo de su corta vida supo brindar talento, compañerismo, amistad, solidaridad, compromiso. Fue mucho más que un artista; fue un ser humano dueño de un corazón solidario enorme, que supo compartir con todos los que lo conocieron.
Santi se fue, tal vez de gira eterna, a seguir abriendo oídos y mentes por otros horizontes. A seguir escribiendo aquellos versos de fuerte compromiso con la gente y profundo sentir. A continuar haciendo vibrar su bajo por entre las nubes.
Dejó un legado de canciones, de partituras, de cientos y cientos de tardes compartidas con amigos. Murió un buen tipo, y en estos tiempos, no es poco decir.
Hasta, siempre Santi…, hasta siempre, querido amigo.
