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El sueño despierto de Salvador Allende

Por Luis Eliseo Altamira

 

El documentalista chileno Patricio Guzmán participó como fotógrafo y cineasta de la Unidad Popular, tanto durante la campaña que llevó a Salvador Allende a la presidencia, como a lo largo de su gestión. Tras un prolongado exilio, regresó a su país en 2003 para rodar el documental “Salvador Allende”, del que se habla aquí.

Prisionero en el Estadio Nacional de Santiago de Chile tras el golpe de estado del ´73, al documentalista Patricio Guzmán lo animaba un solo deseo: salvar el celuloide que contenía la prueba del sueño despierto que había vivido con Allende. “Salí al exterior con esas bobinas – relata Guzmán en su documental “Salvador Allende” – y cuando terminé la película (´La batalla de Chile`), entré al exilio”.

Durante el largo tiempo que permaneció fuera de su país, el director chileno fue cayendo en cuenta de la incidencia que había tenido Allende en todo ese proceso histórico, y quiso saber, entonces, quién era ese hombre y cómo se podía ser demócrata y revolucionario al mismo tiempo. Con ese propósito, regresó a Chile en 2003.

Patricio Guzmán, luego de su exilio documentó lo vivido durante el gobierno de Salvador Allende.

El documental “Salvador Allende” comienza mostrando lo poco que del ex presidente se podía ver en el país trasandino hace nueve años: una billetera de cocodrilo con dos cheques dentro, una funda para anteojos con sus iniciales, su carnet del Partido Socialista y el ensangrentado lente izquierdo de los anteojos que llevaba puestos en el momento de volarse la cabeza.

“El poder cultiva la amnesia – deduce Guzmán – pero el recuerdo emerge”. Víctor Rey, ex ministro, amigo personal del ex presidente y testimonio de una calidad humana excepcional, comienza hablándonos de la influencia del abuelo Ramón Allende (creador de la primera escuela laica de Chile) en la orientación política de Salvador. Sergio Vuskovic, ex alcalde comunista de Valparaíso durante la gestión de aquél, estima que, por encima de todo, Allende era un hombre que creía en los tres valores de la revolución francesa. Niega que haya sido marxista en el sentido clásico, aunque, reconoce, compartía con esta teoría la preocupación por los trabajadores y los pobres y la idea de igualdad. “Y lo que sí no era – remarca Vuskovic -: leninista; ya que no aceptaba el rol del partido único del gobierno y el concepto de dictadura de proletariado.

Desde joven, Allende supo de conceptos políticos que tuvo muy claros.

Allende, recién recibido de médico, tomó contacto con la pobreza y la ignorancia en los hospitales. Electo Diputado, co fundador del Partido Socialista (no alineado con Moscú), dirigió la campaña presidencial del tercer frente popular que hubo en el mundo, presidido por Pedro Aguirre e integrado por marxistas, socialdemócratas y cristianos. El mismo Allende se candidateó por primera vez a la presidencia en 1952, con tan solo 44 años. Salió a recorrer el país en tren, con el lema “A todo vapor con Salvador”. El documental muestra cómo fue conociendo entonces, y enamorando (como dice Ernesto Salamanca, un ex militante de la Unidad Popular), a los chilenos de verdad.

Había convencido a la izquierda de que, llegando al poder por la vía electoral, era posible poner en marcha una transición al socialismo (léase, estatización de fábricas y empresas monopólicas, nacionalización de los recursos estratégicos, reforma agraria, etc), respetando las libertades públicas, tolerando las ideas y dominando la violencia interna y las amenazas externas de los sectores de la burguesía perjudicados durante dicha transición.

Allende fue cuatro veces candidato a presidente y otras tantas a diputado y senador. El 4 de diciembre de 1970, después de veinte años de campaña, ganó las elecciones. No tuvo la mayoría absoluta, pero en Chile no había segunda vuelta. Edward Korry, entonces embajador de Estados Unidos en Chile, cuenta en el documental que el presidente norteamericano Richard Nixon le ordenó a la CIA la tarea de impedir la asunción de Allende. Antes que el Congreso ratificara al presidente electo en su cargo, el general René Schneider, el principal apoyo que aquél contaba en el ejército, fue asesinado. Una ola de indignación recorrió el país. Finalmente, Allende asumió. Ese día, recuerda y muestra en imágenes Guzmán, la sociedad entera parecía estar en un estado amoroso.

El asesinato del Gral. Schneider fue un preludio de lo que vendría.

Allende cumplió su programa de gobierno: en un año estatizó fábricas y empresas, y nacionalizó la banca, el salitre, el acero, el carbón y el cobre. En el país reinaba una gran prosperidad. Justo al cumplirse los 365 días de su asunción, Fidel Castro visitó Chile, conmocionando a buena parte de la sociedad y escandalizando aún más a la derecha.

La primera gran reacción de esta última llegó en octubre de 1972: la huelga patronal en la que 70.000 camioneros y miles de colectivos dejaron de circular. Se agotó el combustible, hubo falta de alimentos y algunas materias primas no llegaron a las fábricas. “Fue –dice Guzmán– el primer paso de la estrategia de masas de la burguesía”. Para calmar los ánimos, el presidente nombró al general Carlos Prats Ministro del Interior y puso a dos militares más en su gobierno. La huelga fue suspendida. La izquierda más radicalizada le reprochó a Allende estar apoyándose más en los generales que en los trabajadores.

Junto a Pablo Neruda, en 1972.

En las elecciones de marzo de 1973, la Unidad Popular recibió un nuevo respaldo de un amplio sector de la sociedad, al alcanzar el 43,4% de los votos. El 21 de mayo Allende rindió cuentas de su gestión en el Congreso. La derecha, con su ausencia, y la democracia cristiana, con su actitud separatista, muestran, en el documental, su adhesión a la estrategia del derrocamiento.

En junio se produjo la sublevación de un regimiento (Guzmán y su equipo registraron el levantamiento; se ven las imágenes del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, filmando su propia muerte, a cargo de un militar que le apunta y le dispara). En las fábricas, los obreros aguardaban impacientes el plan de lucha del gobierno destinado a contrarrestar el golpe de estado, a todas luces inminente. En la Unidad Popular, en tanto, mientras los comunistas buscaban acumular fuerzas sin romper la legalidad, los socialistas amenazaban con abandonar el gobierno si no se imponía una estrategia armada de toma del poder.

El 11 de setiembre de 1973, Augusto Pinochet toma violentamente el poder y termina con el sueño revolucionario de Chile.

Y entonces se produjo el golpe de estado, el suicido de Allende, los miles de detenidos, torturados, desaparecidos y exiliados. La historia conocida. Después de ver la película, me queda la impresión de que el presidente chileno desencadenó con sus medidas revolucionarias una reacción –seguramente, previsible para él- que no podía, no quería o no se animaba a contrarrestar. ¿Para qué enamorar a tanta gente, entonces? ¿Para lograr el gran fracaso de una gran idea? No lo puedo dilucidar.

El documental «Salvador Allende», de Patricio Guzmán es un completo testimonio de la época y del propio Allende.
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