AG Noticias
Crónicas al Voleo

El trágico destino de Jake Blues

John Belushi, The Blues Brothers y un destino fatal
Por Germán Tinti

Jake cumplió 3 de 5 y abandona el Joliet Correctional Center por el portón de Collins St. Minutos antes había recibido sus pertenecías de manos de un desabrido guardia: Un reloj digital Timex… roto. Un condón sin usar. Uno usado. Un saco de traje negro. Un par de pantalones de traje negro. Un sombrero… negro. Un par de anteojos de sol. Veintitrés dólares y siete centavos.

Afuera lo espera Elwood, apoyado en un viejo patrullero fuera de servicio que compró en la subasta anual de la Policía de Chicago.

Suena “She Caught the Katy (And Left Me a Mule to Ride)”.

Jake y Elwood Blues son dos hermanos nacidos de la imaginación de John Belushi y Dan Aykroyd, los actores que encarnaban a los personajes principales de la película de 1980 “The Blue Brothers”, dirigida por John Landis y que por estos lares se llamó “Los hermanos Caradura”. En España fue peor: “Granujas a todo ritmo” (No le ponen título a las películas extranjeras, los perpetran). El dúo había sido creado para el mítico programa de la televisión de los Estados Unidos “Saturday Night Live”, que la Cadena NBC pone al aire desde hace 44 temporadas.

Los hermanos Blues fueron protagonistas desde el principio y durante el primer lustro de emisión. Semanalmente se subían al escenario para descollar en el sketch comedy y versionar éxitos del blues y del soul.

En el espectáculo se reunía a reconocidos músicos y cantantes de rock y jazz y personalidades relacionadas con el mundo de la música y el cine, tales como el trombonista Tom “Bones” Malone, el guitarrista Steve Cropper o el mismísimo Martin Scorsese. De a poco The Blue Brothers fue incorporando músicos estables y de reconocida trayectoria y comenzaron a realizar actuaciones por fuera del programa de televisión

Una misión de Dios

“Saturday Night Live”, que a lo largo de su historia fue considerado uno de los mejores programas de TV de todos los tiempos, reunió a estos dos jóvenes y promisorios comediantes. Belushi, hijo de un inmigrante albanés y una descendiente de griegos, llegaba desde Chicago. Aykrod había nacido en Ottawa, capital de Canadá y luego de intentar diversas carreras universitarias (psicología, ciencias políticas y sociología criminal) se decidió por la actuación y, más específicamente, por la comedia.

Además de la fuerte presencia de la religión en el ámbito familiar,  Dan y John coincidían en su amor por la música y –especialmente– por el soul y el blues. La película fue consecuencia natural del gran éxito que el dúo había tenido en el programa televisivo y de realizar un gran número de actuaciones con gran suceso de público y de crítica. También incidió la publicación en 1978  del primer disco de la banda, “Briefcase Full of Blues”, registro del concierto ofrecido en el Universal Amphitheatre de Los Ángeles (fue número uno en Billboard y vendió tres millones y medio de placas).

La película cuenta las peripecias que deben afrontar los hermanos para salvar el orfanato en el que se criaron, conducido con mano de hierro (y algo sobrenatural) por la hermana Mary Stigmata. El sitio será vendido si no saldan una deuda de cinco mil dólares con el fisco. Convencidos de estar “en una misión de Dios” se empeñan en reunir a los músicos que formaban la vieja banda y organizar un show para reunir el dinero. Se regodea en delirantes persecuciones automovilísticas, sucesivos cuadros musicales y una larga lista de figuras de la música que hacen históricos cameos. Entre ellos Aretha Franklin, Ray Charles, James Brown, John Lee Hooker e incluso un jovencísimo Stephen Spielberg.

Rumbo al abismo

La resaca del éxito del filme nos muestra el dramático final de John Belushi. En tiempos de “Saturday Night Live” había comenzado a consumir cocaína que lo ayudaba a seguir el extenuante ritmo de la producción del programa. Cuando su nombre empezó a ser conocido su actividad aumentó. A la televisión se le agregaron el cine y las actuaciones de la banda.

Según su biógrafo, Bob Woodward, el mismo del escándalo Watergate, «entregar o vender drogas a John era una suerte de juego, como arrojar cacahuetes a las focas del zoo: si le das algo, actuará, hará su papel de chalado abominable; si le das algo más, le tendrás toda la noche en vela, bailando compulsivamente, dejando todo atrás».

Recta final

Su último año de vida fue feroz. Gastaba 75 mil dólares mensuales en sustancias, iba todo el día puesto. Los últimos dos meses fueron el desenfreno total. El 8 de enero de 1982 llegó a Los Ángeles procedente de Nueva York, donde residía, y desde ese momento vivió 9 semanas en las que no durmió y casi no comió, pero consumió todas las drogas de las que pudo proveerse. Siempre tenía merca en la billetera y pastillas de Quaalude –un sedante muy popular en los setenta y ochenta– en el bolsillo. Siempre había una botella de bourbon a mano. A veces pintaba heroína. Un tren enloquecido que se dirigía hacia el precipicio con el acelerador a fondo.

Lo encontraron frío el 5 de marzo en su habitación del hotel Château Marmont, en West Hollywood. La investigación policial dictaminó, en principio, muerte por sobredosis accidental de “speedball”, una combinación de cocaína y heroína que terminó siendo letal para el músico/actor. Pero dos meses después, en una entrevista publicada el 29 de junio en The National Enquirer bajo el título “Yo maté a John Belushi”, una antigua grupie de The Band confesó haber suministrado al comediante la dosis fatal. La muchacha fue extraditada desde Toronto y acusada de asesinato en primer grado. Finalmente los cargos fueron reducidos a homicidio involuntario y cumplió una condena de 18 meses de prisión.

Vive rápido, muere joven

La trágica noticia causó conmoción en el ámbito del espectáculo de los Estados Unidos. Muchos actores en ascenso tenían hábitos similares a los de Belushi y, en muchos casos, eran compañeros de correrías, tales los casos de Robin Williams, Robert De Niro (de hecho, ambos estuvieron –sucesivamente– con John en la última noche) e incluso su hermano del alma, Dan Aykrod. Muchos de ellos acusaron el impacto y, aparentemente, escarmentaron.

«Cuando murió era el número uno en cine, música…», escribió Bob Woodwards. “Quería esnifarse el mundo” dijo Michael O’Donoghue, guionista del programa de televisión Saturday Night Live, en la que tal vez sea una de las cinco metáforas más desafortunadas de la historia de la humanidad.

“Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” es una frase que le atribuyen a James Dean, en detrimento de Humprey Bogart que la dice en la película “Llamad a cualquier puerta”. John Belushi la siguió al pie de la letra y murió a los 33 años. Más le hubiera valido seguir las enseñanzas de Lemmy Kilmister, el legendario líder de Motörhead: “Vive rápido, muere de viejo”.

nakasone