Durante tres noches, Alta Gracia fue testigo de una nueva edición (la Quinta, ya) del Festival de Jazz de Invierno.
Este cónclave músico-cultural nacido de la inspiración y el empuje de Pablo Lobos, y que anduvo deambulando por varios sitios consiguió este año el escenario ideal para llegar a todos quienes disfrutan de un buen momento. La aparición en escena del Cine Teatro Monumental Sierras albergando al festival no hizo más que valorizarlo aún más en toda su magnitud.
Y anoche, sábado agradable si los hubo, el evento tuvo un cierre cuando menos exquisito. Con las medidas palabras del «Alemán» Herrera, voz más que habilitada para estas ocasiones dando la bienvenida y presentando a los artistas, el escenario se llenó de música, color y calor.
Temático festival, este año hizo hincapié en la negritud. En el legado negro que conformó las raíces del jazz. Por eso Vivi Pozzebón y las Tamboreras Ensamble abrió genialmente la noche con un espectáculo que puso de pie a todo el teatro. Fuerte, vibrante.
En segundo turno el latin jazz se entremezcló con el bolero, el cha cha cha y otros ritmos caribeños. El escenario recibió al cubano Ibrahim Ferrer JR para escuchar su gastada pero maravillosa voz desgranando versos, contando historias y hacer cerrar los ojos soñando música a un teatro repleto. Con un grupo de músicos muy ajustados, y un repertorio bien escogido maravilló al público que por un momento bajó un par de cambios y disfrutó a pleno.
El cierre fue a puro jazz tradicional. El de New Orleans, el que suena fuerte y hace bailar los corazones. El que nos recuerda capítulos de viejas series norteamericanas donde el champán, las rubias y los fiolos de turno la pasaban muy bien en las calles y los salones del sur norteamericano.
La Small Jazz Band, a ellos nos referíamos, volvieron a demostrar su profesionalismo y sus virtudes musicales. Jazz del mejor para el mejor de los cierres del festival. Como si ello no alcanzara, se apoyaron en algunos temas de la maravillosa voz de Cordelia Andrada y en una pareja de baile que hizo estallar en ovaciones a los presentes.
Enorme cierre de esta quinta edición del Festival de Jazz de Invierno de Alta Gracia. Grandes intérpretes, enormes músicos. Buenas voces, eximios bailarines. Un escenario majestuoso. ¿Qué más se puede pedir?
Cómo decía una famosa frase extractada de una película argentina de los años noventa: ¡La pucha que vale la pena estar vivo!