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Murió Luisito, el último canillita de la ciudad

Luisito era de esa gente que la conocés desde hace tanto tiempo, que para saber cómo se llama le tenés que preguntar su nombre. Luisito, Luichi, Luisín, no alcanzan. Entonces, te lo dice: “Me llamo Luis Campos”.

Da igual, para todos seguirá siendo Luisito, el canillita amigo que todos los días veíamos pasar en su bicicleta tapado por una parva de diarios que iba repartiendo por la ciudad.

“Arriba de la bicicleta, estuve cincuenta años. Empecé a los 16 o 17 años, y dejé cuando tenía 67 o 68 años, que me jubilé”, cuenta orgulloso.

Así comenzábamos la nota que COSAS NUESTRAS le hizo a Luis Campos hace unos meses. Hoy, desgraciadamente tenemos que cronicar su fallecimiento. Tenía 77 años y su partida nos llena de tristeza y congoja a todos los que apostamos por la buena gente, por la amistad, por la honradez.

Nos dejó un laburante de la calle, que con frío, viento, lluvia o calor no perdió nunca su sonrisa ni su saludo.

Una anécdota de sus primeros años, que lo pinta de cuerpo entero: «Tendría 17 o 18 años y la Sra. Marina (del kiosco que estaba cerca de la vieja terminal) me fue a buscar, yo no quería saber nada porque me hacía caminar muchísimo. Pero en casa hacía falta la plata y mi vieja me ordenó que fuera hasta que saliera otra cosa. Le hice caso a mi vieja, pero poniendo condiciones: le dije que volvía, pero que me comprara una bicicleta. Y Doña Marina aceptó!!!! Yo chocho, porque amaba las bicicletas».

A partir de ahí, cincuenta años de canillita, medio siglo de pedaleada por las calles de la ciudad haciendo clientes, haciendo amigos…

Adiós Luisito, querido amigo. Gracias por habernos brindado tu amistad, haber compartido tus recuerdos con nosotros y dejar que la ciudad conociera tu historia. Seguramente te fuiste al cielo en bicicleta, como a vos te hubiera gustado…

Luisito, charlando con nosotros en noviembre pasadoEn un día de campo con amigos, en su juventud
nakasone