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Crónicas al Voleo

P.T. Barnum y su circo de los horrores

Lo increíble, junto a lo incomprobable. Una fórmula que le dio resultados y grandes ganancias.
Por Germán Tinti

Una anciana de raza negra, ciega y casi paralítica, era anunciada como la principal atracción del espectáculo itinerante que encabezaba, en el año 1835, Phineas Taylor Barnum. La mujer, llamada Joice Heth, era una esclava por la que Barnum había pagado mil dólares (una fortuna en aquellos tiempos) y a la que presentaba como “la nodriza de George Washington”, afirmando que tenía más de 160 años. Se calcula que este ¿espectáculo? le redituaba a Barnum unos 1.500 dólares por semana. Joice murió al año siguiente, con solamente unos 80 jóvenes años.

Fue este el primer gran engaño de Phineas, descendiente de un terrateniente de Connecticut, amigo de la aritmética pero poco del trabajo físico, que hasta entonces se había dedicado al comercio desarrollando una gran habilidad para embaucar y engañar clientes. Justo es reconocer que esa “habilidad” no siempre fue del todo efectiva y P.T. Barnum había pasado una temporada en la cárcel por una serie de estafas relacionadas con la incipiente pasión por la lotería que se extendía por Estados Unidos.

Phineas Taylor Barnum, cultor del show de fenómenos
Museo de gente rara

Tras la muerte de la falsa nodriza de Washington, Barnum, a quien falsamente se le adjudicó la frase “a cada segundo nace un idiota”, inició una gira por distintos puntos del país formando parte del “Aaron Turner Traveling Circus”, cuya figura principal era un cantante negro que en realidad era un esclavo. Y que escapó cuando pasaron por Carolina del Sur, único estado que para ese entonces había abolido la esclavitud. La compañía decidió no devolver el dinero de las entradas ya vendidas y Barnum salió al escenario para cantar el repertorio del artista prófugo con su rostro pintado de negro.

Luego de algunos negocios fallidos, P.T. compra el “Scudder’s American Museum”, un imponente edificio de cinco plantas ubicado en el Lower Manhattan, al que rebautizó con el nombre de “Barnum’s American Museum, que inauguró el primer día del año 1842 presentando su atracción principal: La sirena de Fidji. Se trataba de otro gran engaño de Barnum, confeccionado con el cuerpo de un mono y la cola de un pescado, todo cuidadosamente disecado. Poco después presentó también a uno de sus números más famosos internacionalmente: el General Tom Thumb, un enano vestido de militar que tuvo un éxito tan grande que actuó ante la Reina Victoria en el Palacio de Buckingham y en los salones de la Casa Blanca, invitado por Abraham Lincoln.

Cita neoyorkina obligada

El museo de Barnum se convirtió en una de las principales atracciones de Nueva York. A lo largo de más de dos décadas, casi cuarenta millones de personas pagaron 25 centavos para ver espectáculos de lo más diversos. Osos amaestrados, animales y aves exóticas vivos y actuaciones de nativos interpretando canciones y danzas tradicionales, magos, ventrílocuos, enanos, gigantes y personas con malformaciones genéticas, obras teatrales que recreaban pasajes bíblicos o La cabaña del tío Tom.

En su apogeo, el museo estaba abierto 15 horas al día y tenía hasta 1.000 visitantes por hora. Allí concurrían hombres y mujeres de todas las clases sociales, desde obreros a ricos burgueses, citadinos y campesinos, para satisfacer su curiosidad y asombro. La entrada solo estaba prohibida, debido a las leyes segregacionistas, a los negros. Una seguidilla de incendios terminó destruyendo el museo y decidió a Barnum a abandonar temporalmente el espectáculo y dedicarse brevemente a la  política, siendo legislador en su Connecticut natal por el Partido Republicano.

Circo freak

Sin embargo, la cabra siempre tira al monte. Por eso, una vez finalizado su mandato en la legislatura conectiquesa , decidió volver al mundo del espectáculo y en 1870 se asoció con William C. Coup para crear el «P.T. Barnum’s Grand Traveling Museum, Menagerie, Caravan & Hippodrome», un circo ambulante, zoológico y freak show montado bajo una carpa con 5.000 asientos que poco más tarde duplicó su capacidad. El espectáculo comenzó a presentarse por todo el país primero, y posteriormente en Europa. En el viejo continente la caravana se trasladaba de una ciudad a otra en tren. El staff ocupaba unos 80 vagones en cada viaje. Debido a su gran éxito, este circo fue llamado El mayor espectáculo del mundo («The Greatest Show on Earth»), aunque tal vez Capusotto lo llamaría “Gran Circo Los Hijos de Puta”.

–En este punto se hace necesario decir que la tradición de los “freak shows” (show de fenómenos) se remonta a la Inglaterra del siglo XVII. En la plaza de los pueblos se presentaban estos espectáculos itinerantes que exhibían a individuos con alteraciones genéticas; padecimientos médicos, rarezas étnicas, personas con capacidades físicas inusuales. Junto a espectáculos con animales entrenados y shows complementarios de artes circenses (burlesque, magia, ventriloquia, escapismo, lanzamiento de cuchillos, tragasables, tragafuegos y medicine shows).–

El último acto

A pesar del éxito del espectáculo, Barnum y Coup comenzaron a tener conflictos personales y terminaron disolviendo la sociedad. En 1881 Barnum se asoció con su principal competidor: James Anthony Bailey, considerado el padre del circo moderno. Juntos fundaron el “P.T. Barnum’s Greatest Show On Earth, And The Great London Circus, Sanger’s Royal British Menagerie and The Grand International Allied Shows United”. El nombre, para alivio de los presentadores, fue posteriormente acortado a Barnum & Bailey Circus. La primera atracción principal de este circo fue Jumbo. Un elefante africano adquirido al zoológico de Londres en 1882 y que algunos años después fue asesinado mediante electrocución luego de que aplastara a su violento domador.

Barnum murió en 1891 a consecuencia de un derrame cerebral sufrido un año antes durante una actuación. El éxito suele tapar las miserias. Por eso, en el momento de su muerte, la mayoría de sus críticos, que a lo largo de los años se contaban por miles, le había perdonado. Incluso fue elogiado por muchas de sus obras de beneficencia que permitieron que se lo considerara un filántropo. También fue aclamado como un ícono del espíritu del ingenio estadounidense. Karen Maher, directora del museo que lo homenajea en Bridgeport sostuvo en una oportunidad que si P.T. viviera hoy “sería una mezcla de Walt Disney y Donald Trump”. Lo que se dice un lindo tipo.

Luego del fallecimiento de Barnum, Bailey continuó liderando el circo hasta su propia muerte, ocurrida en 1906. El circo pasó entonces a las manos de los hermanos Ringling bajo el nombre de Ringling Brothers and Barnum & Bailey Circus”, y fue, hasta el 21 de mayo de 2017, fecha de su última presentación, el circo más grande del mundo.

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