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Prueba superada

Por Gustavo Gutiérrez

De pronto, los representantes de las Divisiones Inferiores del fútbol de Córdoba van a firmar el campeonato que obtendrá Boca.

Pavón ya no es promesa, es realidad incontrastable. Movete Sampaoli, capaz que en vez de estar entre los 23, lo utilizas para que sea titular entre los once que salen a la cancha para Rusia. Jugó los últimos 65 partidos para el xeneize. Asistencia perfecta. El solo tocar el balón invita a ese murmullo de Bombonera que intuye que algo pasará… y pasa.

Porque no sólo pica, no sólo gambetea, no sólo convierte golazos. Además, levanta la cabeza para mirar quién viene de frente mejor perfilado. Entonces, surge el pase; el recurso eficaz para el compañero. Sería un «tomá y hacelo». Ese Pavón, uno que observamos aquella tarde en la cancha de Brown de Adrogué, con Talleres descendido y él como volante por izquierda ya tiraba las diagonales, ya intuía que ese era uno de los caminos más cortos para perfilar sus intenciones de remate al arco contrario. Ya se trataba de aquel Pavón que tenía un rapto de inteligencia que hoy es una marca indeleble en su rendimiento.

Bebelo Reynoso es el que llegaba a Boca sin demasiados antecedentes, salvo lo que le habíamos visto acá en Talleres; tenía que jugar más adelantado, eso sí. Ya no lo iban a cuidar tanto ni Guiñazú ni Fernando Godoy, tenía que estar libre para gestar, para crear. En los primeros partidos quiso ser diferente en el uno contra uno, y no pudo. Entonces se dio cuenta (también le sonó el chip inteligente) que tenía que jugar a un toque, ser más simple. Pensó que tenía que transformar ese pase vital y le encontró la manera de jugar en un Boca urgido. Hoy, es un cambio de frente exacto, pulcritud en el manejo, tres dedos para habilitaciones excelsas. Mejor tocar que gambetear, se dio cuenta. Mejor tocar que gambetear, hoy se puso la de Boca y se puso a jugar en un equipo que naturalmente no juega.

Me acuerdo de Ramón Wanchope Abila cuando jugaba para Instituto. Picó un penal, y el técnico casi se infarta. «Los voy a seguir pateando así», sentenció Wanchope cuando terminó ese partido. Parecía condenado al ostracismo en Boca, detrás de Benedetto que después se lesionó, pero también detrás de Bou, de cualquiera. El técnico no lo quería, y a fuerza de tesón, esfuerzo y goles, hoy es titular indiscutido.

Los tres, Pavón, Wanchope Abila y Bebelo Reynoso, representan a las inferiores del fútbol de Córdoba. De cuna albiazul dos, del glorioso Instituto el otro, los tres quedarán en la historia de Boca Campeón, sin que les haya pesado tanto semejante camiseta.

En buen romance, a ninguno de los tres les tiritó la pera.

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