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Tomás Aybar, dirigiendo su sueño impensado

Tomas aybar

Lo impensado se vuelve posible cuando comenzamos a trabajarlo. Los sueños muchas veces no se cumplen de la manera que nos imaginamos, pero llegan de la forma más brillante para disfrutarlos. Tomás Aybar, en el baúl de sus recuerdos, encontró esos momentos en los que bromeaba con ser árbitro. Hoy carga su tarjetas en el bolsillo y al levantar la cabeza mira en el horizonte sus sueños inimaginables. Esos que no percibía desde chico y hoy de grande los empieza a producir.

Quizás alguno lo recuerda atajando en el Deportivo Norte, en donde integró el plantel que logró el ascenso a la máxima categoría de la Liga Cordobesa en 2014. Otros lo habrán visto con los guantes puestos en las canchas de pasto sintético de nuestra ciudad, Y después están los que lo cansaron a mensajes preguntándole si quería atajar para su equipo en el Anglo Viejo. Cuando las posibilidades de llegar a ser futbolista eran menores, se chocó con la pasión del arbitraje. Vehemencia que lo llevó a conocer estadios como «La Bombonera» y poseer la aptitud de una parte del sueño que tenía de niño, estar dentro de una cancha de fútbol.

En octubre de 2016 se fue a hacer una prueba para entrar al curso de la Asociación Argentina de Árbitros. En febrero del siguiente año, le llegó la noticia que había quedado y en marzo comenzó las clases. Una pensión fue su albergue en sus primeros tres meses en Buenos Aires. Luego, junto a un compañero de curso, se mudaron a un departamento en Caballito, a dos cuadras de la cancha de Ferrocarril Oeste; lo que le da lugar a extrañar la ciudad, y por supuesto, a su familia y amigos.

Tomas Aybar
El día que Tomás Aybar tuvo la posibilidad de dirigir en «La Bombonera»

El arbitraje y los anhelos de Aybar

Teniendo en cuenta el fervor con el que se vive el fútbol argentino, entiende que se encuentra en un escenario complejo pero no se achica a la hora de impartir justicia. Sabe a lo que se expone y tiene en claro que son cosas que se van puliendo con el correr de los partidos. Al principio la clave está en abstraerse del ambiente, concentrarse en el juego y hacer bien las cosas. El error es parte del ser humano y obviamente a todos nos llega, así como se equivocan los técnicos y hasta los mismos futbolistas, con la diferencia que al árbitro no se lo perdonan. El trabajo principal está en discernir entre los futbolistas y ser severo con los temperamentales.

El pasado 3 de octubre, Tomi Aybar recibió la noticia de que había entrado a AFA. Cuatro días después firmó el contrato, que lo habilita para dirigir en inferiores, ser asistente en reserva y el próximo año regir en partidos de futsal. Entre los sueños, baraja las posibilidades de llegar a un mundial o algún encuentro internacional. Pero no se sale de foco y se centra en disfrutar el día a día. Que las cosas se vayan dando como tiene que ser y hasta donde tenga que ser. Siempre regocijando el camino.

Destacó a Hector Baldassi, Angel Sánchez y Horacio Elizondo como los tres mejores árbitros en su momento. Hoy resalta a Patricio Loustau como el mejor mediador del fútbol argentino. Entre los futbolistas que les gustaría dirigir, aunque lo vea muy lejano, están Andrada y Armani en el fútbol doméstico. En el ámbito internacional, compartir el campo de juego con Neymar, está entre sus deseos. Por edad, desearía arbitrar a Pavón y Gonzalo Lencina, con quien comparte una amistad… y hasta se atrevería a pedirle la camiseta.

«A veces, raras veces, alguna decisión del árbitro coincide con la voluntad del hincha, pero ni así consigue probar su inocencia. Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias, hinchas tendrían que inventario si él no existiera. Cuanto más lo odian, más lo necesitan», definió Eduardo Galeano al árbitro en su libro «Cuentos de Fútbol», publicado en 1995. Y no hay mejor forma de describirlo. Tomás Aybar comenzó a construir su camino, a dirigir su deseo impensado. Si la vida imparte justicia y premia al esfuerzo y a las ganas de llegar a los sueños, en unos años vamos a festejar que un nuevo hijo de nuestra ciudad llegó a primera. Y porqué no, sacarle una camiseta a Lencina.

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